Coloquialmente solemos decir que alguien ha tirado la toalla, cuando deja de luchar ante cualquier situación difícil que se le presenta en la vida.
En nuestro caso, como en cualquier otra enfermedad degenerativa o grave, no nos podemos permitir “tirar la toalla”; si tras el diagnostico o después de un brote fuerte desistimos de luchar seguro que la enfermedad nos gana la batalla.
Por desgracia en los 27 años largos que llevo diagnosticada de E.M. he visto a demasiadas personas hundirse y dejarse vencer, entiendo que el carácter de la persona influye muchísimo así como el entorno tanto familiar y social. Recuerdo muchísimo a una amiga de un familiar mío que con veintipocos años le detectaron E.M. y dijo que ella no podía vivir con esa enfermedad, ni su familia más directa, amigos, psicólogos ni nadie consiguió hacerla cambiar de opinión, aún recuerdo la tarde que estuve hablando con ella y no fui capaz de hacerla ver que sí se podía convivir con esta enfermedad que nos ha tocado, se negó a salir de casa, a moverse y prácticamente como suelen decir se quedó en un sillón esperando la muerte. La sensación de impotencia y rabia que me produjo ese encuentro es difícil de describir.
Yo creo que siempre podemos hacer un poco más, incluso los días muy difíciles que cuando te levantas de la cama volverías a ella lo antes posible, pero debemos acostumbrarnos a realizar actividades cada uno dentro de nuestras posibilidades. Un día podrás andar durante diez minutos y seguramente sentarte a descansar a mitad del camino, pero otro en lugar de diez minutos igual son quince o veinte. Y la satisfacción personal con la que vuelves a casa cuando has logrado algo que unos meses antes pensabas que era imposible es difícil de describir con palabras. Para cada uno de nosotros puede ser un gran esfuerzo, pero tenemos que pensar que son granos de arena y con muchos formamos una playa.
Os he puesto el ejemplo de andar, quizás aún tengo muy presente en mi memoria la película “100 metros” pero todos tenemos aficiones que no debemos ni podemos perder leer, escribir, salir a comer o de cañas con los amigos etc.
Yo desde el diagnóstico y aconsejada por el neurólogo, he optado por el deporte y sobre todo por las distintas terapias de rehabilitación. También he pasado un episodio de cinco brotes motores muy seguidos que aunque suene raro me hizo tener que volver a aprender a andar; gracias a fisioterapia y mi fuerza de voluntad tardé pero lo conseguí; no os imagináis los kilómetros que he hecho en el pasillo de mi casa ni las veces que me he caído, lo primero que hacía siempre era asegurarme de que las puertas estaban bien cerradas, pero muchas veces al apoyarme en alguna se abría y claro, acababa en el suelo, en más de una ocasión he tardado más de media hora en conseguir ponerme de pie otra vez pero continuaba andando por el pasillo. Tomé por costumbre ir a tomar un café a una cafetería que está a unos diez minutos de mi casa aunque entonces tardaba 45 minutos en ir y lo mismo en volver.
Nunca abandones ni te rindas, ninguno sabemos lo que nos depara la vida y si no luchas por ella, no podremos conocer nuestro futuro, y si cualquier día, algún investigador buscando cualquier otra cosa, como ocurrió con la penicilina, ¡¡averigua el origen de la Esclerosis!!. Soñar cuesta poco, pero todo es posible.
Ángeles Glez.
Gracias Angeles, has llegado a mis ojos en el momento justo 😉
Me alegro y ya sabes sigue luchando
Muy bonito y te pone las pilas. Gracias Angeles
Gracias, tod@s tenemos que seguir luchando día a día. Un abrazo