El diagnóstico de la esclerosis múltiple, conocida como la enfermedad de las mil caras por la diversidad de sus síntomas, es muy complejo y suele requerir de cierto tiempo.
Vamos a repasar todas las pruebas que se hacen de una forma rutinaria al ver los primeros indicios de la enfermedad; aunque no existe una prueba específica para detectar la esclerosis múltiple.
El diagnóstico depende de que el equipo médico vaya descartando otras enfermedades o condiciones que puedan causar signos y síntomas parecidos. Este proceso se conoce como diagnóstico diferencial. Lo más habitual es que en primer lugar el médico lleve a cabo un reconocimiento exhaustivo, de tipo físico, y que solicite las siguientes pruebas diagnosticas y de laboratorio.
Historia clínica y examen neurológico
El médico investiga a través de preguntas como el lugar de nacimiento, antecedentes familiares de salud, posible exposición a determinados factores ambientales, otras enfermedades y lugares en los que ha estado.
Anotará en la historia síntomas pasados o frecuentes que puedan guardar relación con la esclerosis múltiple.
Llevará a cabo diversas pruebas físicas para evaluar el estado de salud mental, emocional, capacidades funcionales y las relacionadas con el lenguaje, la fuerza, la coordinación, reflejos, visión y resto de los sentidos.
Las signos más comunes de alteraciones neurológicas son:
– Un examen ocular, que podría revelar la existencia de daños en el nervio óptico.
-Un chequeo de la fuerza muscular, tirando y empujando con firmeza de los brazos y de las piernas del paciente.
– Medir la coordinación. En esta prueba se pide al paciente que se toque con el dedo indice la punta de la nariz primero con los ojos abiertos y luego cerrados.
– Un examen de la sensibilidad de la superficie corporal que se realiza con un alfiler.
– Una prueba de sensibilidad vibratoria que se realiza con un diapasón en las articulaciones.
– Prueba de reflejos utilizando un pequeño martillo de goma.
En muchas ocasiones basta este tipo de pruebas y exámenes para obtener evidencias suficientes de que una persona sufre EM.
Pruebas diagnósticas y de laboratorio
Análisis de sangre
No existe ningún marcador bioquímico específico asociado a la EM, que se pueda detectar en un análisis de sangre. Sin embargo estos análisis sí sirven para descartar de forma positiva otras causas de síntomas neurológicos similares, como la enfermedad de Lyme, un grupo de afecciones conocidas como ‘»enfermedades colágeno-vasculares», ciertos desórdenes hereditarios poco comunes y el SIDA.
Los análisis de sangre entonces, son una prueba de exclusión.
Resonancia magnética
Es la prueba de imagen más empleada para confirmar el diagnóstico de EM y observar la evolución de la enfermedad, ya que ofrece imágenes del cerebro, la médula y otras partes del organismo.
No emplea radiación sino ondas magnéticas y ondas de radio. Los datos que proporciona se interpretan mediante un programa de ordenador que es el que crea las imágenes del interior del organismo.
Las áreas en las que falta mielina se muestran como zonas de un blanco brillante o en negro, depende del aparato empleado.
Es muy útil en pacientes que han tenido un único brote (síndrome clínicamente aislado o CIS), ya que puede mostrar lesiones propias de la EM y facilitar el tratamiento precoz, así como indicar el riesgo de sufrir un segundo episodio.
Cuando la enfermedad ya se ha diagnosticado, la RM sirve para ver la evolución de la enfermedad y facilita la toma de decisiones sobre su tratamiento.
Análisis del líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo (LCR, es un líquido que baña el cerebro y la médula espinal) se obtiene mediante una punción lumbar, normalmente con el paciente tumbado sobre un costado.
Se lleva a cabo con anestesia local.
El LCR de una persona con EM suele contener:
– Niveles altos de los anticuerpos llamados inmuglobulinas (IgG).
– Proteínas de las bandas oligloclonales.
Estas bandas indican una respuesta inmune e inflamación en el sistema nervioso central.
– Algunas proteínas resultado de la destrucción de la mielina.
Estos resultados no son definitivos, ya que otras enfermedades pueden mostrar análisis parecidos. Esta prueba no confirma el diagnóstico más bien forma parte de un proceso diagnóstico más amplio.
Prueba de potenciales evocados
Se utiliza para medir la actividad eléctrica del cerebro en respuesta a estímulos.
El test puede detectar una velocidad menor de lo normal o disminución en el flujo de mensajes, debido a la falta de mielina en la fibra nerviosa.
A menudo delatan la presencia de cicatrices a lo largo de las vías nerviosas que no pueden detectarse de otro modo.
Se colocan electrodos con cables en la cabeza sobre las áreas que vayan a estimularse y se presentan al paciente sonidos, sensaciones o luces, para registrar la respuesta de su cerebro a éstos. También pueden realizarse pruebas en las extremidades.
Existen tres tipos de prueba de potenciales evocados que se utilizan para confirmar el diagnóstico de la EM.
1. Potenciales evocados visuales.
El paciente se sienta frente a una pantalla en la que se presentan diferentes imágenes.
2. Potenciales evocados auditivos de tronco-cerebral.
Se expone al paciente a diversos sonidos en cada oído.
3. Potenciales evocados sensoriales. Se administran impulsos mecánicos breves en los brazos o en las piernas del paciente.
En la actualidad se considera que la prueba visual es la más útil para diagnosticar EM.
Los resultados del test son interpretados por un neurólogo especializado en este tipo de análisis.
Tomografía de coherencia óptica
La TCO es una prueba de imagen relativamente novedosa que se utiliza para observar las estructuras de la parte anterior del ojo. Se ha visto por medio de esta prueba que los tejidos nerviosos de la retina son diferentes en pacientes con EM.
Este hallazgo convierte a esta herramienta de diagnóstico en instrumento útil para conocer mejor la enfermedad y supone evidencias adicionales ante indicios de la EM.
Carmen López
Fuentes
Www.conlaem.org
Www.fundaciongaem.org
Www.Wikipedia.org