La nueva vida tras el dictamen de la Seguridad Social de Invalidez Permanente Absoluta y Gran Invalidez.
«Caminante son tus huellas, el camino y nada más;
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino sino estelas en la mar.»
Antonio Machado,
Proverbios y Cantares, 1909.
¡Qué sabias estas palabras del poeta!
¿Qué es la Incapacidad Permanente Absoluta?
Es aquella que invalida por completo al trabajador para toda profesión u oficio.
¿Qué es la Gran Invalidez?
Es la situación del trabajador afecto de Incapacidad Permanente y que, por consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesita la asistencia de otra persona para los actos más esenciales de la vida tales como vestirse, desplazarse, comer o análogos.
La incapacidad permanente por Esclerosis Múltiple en un estadío incipiente puede determinar una Incapacidad Permanente Total, de acuerdo con la ley de la Seguridad Social, no obstante en sus grados medio o avanzado y en su tipo primaria progresiva o secundaria progresiva puede provocar automáticamente la Incapacidad Permanente Absoluta y la Gran Invalidez cuando el paciente necesita de otra persona para realizar los actos más básicos de la vida, convirtiéndose en una persona dependiente.
En ambos casos se requiere un período genérico de cotización a la Seguridad Social de 15 años en mayores de 31 años y en los menores no se exige.
Ésta puede iniciarse por una solicitud por parte del trabajador, Mutua de Accidentes o de oficio por la Seguridad Social.
Si cuando nos diagnostican la esclerosis múltiple el impacto es devastador por el miedo e incertidumbre ante nuestro futuro y la progresión de la enfermedad,
cuando la Seguridad Social nos declara incapaces o gran inválidos nuestra vida tal y como era y tal como la conocíamos se desmorona…
Empieza una nueva etapa llena de cambios y adaptaciones y sin vuelta atrás.
De repente desaparece el futuro y solo existe el presente.
Cada persona experimenta de manera diferente el duelo inherente al cambio y lo resolverá más o menos de forma satisfactoria en un período variable de tiempo.
Si no fuera así contamos con la ayuda de los psicólogos. Y es fundamental también el apoyo de la familia, amigos y especialmente de la persona o «cuidador» que convive con el paciente.
En la mayoría de los casos esta situación supone un «alivio» para el enfermo que se ve incapacitado para trabajar y que «arrastra» una baja médica de larga duración.
En otros casos la certificación por parte de la Seguridad Social de la imposibilidad «ya» de trabajar acarrea un cambio drástico, irreversible y puede derivar en una situación de melancolía, tristeza y trastorno depresivo permanente.
Hay que empezar de nuevo…
Nos tenemos que reinventar sin mirar hacia atrás … sin lágrimas ni pausas…
Solo así podremos ser felices y aceptar nuestra nueva situación personal… Y hay muchas posibilidades: recuperar pasiones perdidas, estudiar, pintar, leer, tener una vida social más completa… con la incapacidad ganamos tiempo y hay que plantearse cómo aprovecharlo. La mayor ventaja es que dejamos de lado la angustia de intentar trabajar cuando no podemos y si conseguimos una pensión medianamente aceptable desaparecen muchas preocupaciones.
Por lo tanto, hay que afrontarlo como una nueva etapa de la vida. Muy distinta, con muchas carencias, pero también con posibilidades. El primer paso es no quedarse casa y buscar retos asumibles. Y, sobre todo, disfrutar de las pequeñas cosas que nos aporta como no madrugar, dormir la siesta, en definitiva, nos permite vivir más tranquilos cuando nuestro cuerpo lo necesita.
Carmen López
Sí, es un tránsito que todos tenemos que hacer irremediablemente lo mejor que podamos y lo mejor que nos dejen. Digo esto porque en mi caso tuve que luchar mucho y tengo con las instituciones para la incapacidad y a nivel sociosanitario, para tener una calidad de vida decente. Para mí es lo más duro.