La Rosa tatuada, una de las obras más emblemáticas del dramaturgo Tennessee Williams, se estrena en el Centro Dramático Nacional (Teatro María Guerrero) del 29 de Abril al 19 de Junio y protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez entre otros actores.
El sábado pasado tuve la ocasión de asistir a uno de los mejores montajes teatrales de esta temporada, un clásico entre los clásicos, La Rosa Tatuada, una obra a la que conocía por la versión cinematográfica interpretada por la voluptuosa actriz italiana Anna Magnani y Burt Lancaster. Pero en realidad, mi deseo no era otro que ver en escena a dos colosos de la interpretación, dos de mis actores fetiches que sobre las tablas crean un universo mágico y sensual, la gran Aitana Sánchez-Gijón y Roberto Enríquez.
La función te atrapa desde el minuto uno y no decepciona, a pesar de las casi dos horas de representación. La historia se desarrolla en Nueva Orleans después del huracán Katrina y se centra en Serafina de la Rosse (Aitana)una inmigrante italiana en EEUU que al quedarse viuda se aferra al mito del amor perdido y decide encerrarse tres años y guardar luto para siempre, una actitud que quiere inculcar en su hija Rosa. Pero la llegada de Alvaro Mangiacavallo(Roberto) un tipo duro por fuera pero tierno por dentro convulsionará toda la existencia de Serafina y poco a poco aflorará el deseo y las ganas de vivir.
Hay que destacar toda la simbología que recrea el escenario una vivienda desplegable que acoge maniquíes de costura, con alegres vestidos floreados, y un altar de vírgenes y santos junto a la cama. El fondo es una gran pantalla audiovisual donde van apareciendo imágenes de la América más profunda. En ocasiones, los actores salen del escenario entremezclándose con el público lo que hace más real y auténtica la obra. Otro de los detalles más significativos es el uso de expresiones italianas en los protagonistas en especial en Aitana otorgándole tal veracidad en su acento que parecería la mismísima Anna Magnani. Todo muy a la italiana.
Como cité anteriormente, acudí al teatro muy bien acompañada por tres amigas, dos de ellas con movilidad reducida. Desde el primer momento, todo fueron atenciones y amabilidad, facilitándonos toda la ayuda que necesitábamos como por ejemplo el hecho de traer y llevar la scooter a mi compañera hasta la butaca donde se encontraba sentada. Todo un detalle por parte de los responsables del teatro.
Siempre que suelo asistir al teatro suelo reservar los asientos en el patio de butacas a la altura de las filas 12y 13 que son las más cercanas a las puertas de entrada y salida y también de los baños. Aunque es una zona más cara merece la pena para evitar así escalones. Así lo hice esta vez y al llegar comprobé gratamente lo accesible que es el recinto disponiendo de un ascensor para acceder a los aseos y a las distintas plantas.
Quizás el único inconveniente que he encontrado es en lo relativo a la plaza de la silla de ruedas. En este teatro sólo se admite una única silla de ruedas y por tanto, debes reservar únicamente por vía telefónica y recoger las entradas en taquilla el mismo día de la función. Eso sí, te permiten llevar un acompañante y si eres mayor de 65 te suelen hacer descuento de casi el 50%.
La red de transportes es bastante buena con varias líneas de autobuses y el Cercanías Renfe situado en Recoletos.
En resumen, os recomiendo esta obra por varias razones, porque es una función que transita por varios géneros del drama a la comedia de la pasión a la violencia. Pero también porque nos habla sobre la inmigración, sobre los prejuicios morales pero ante todo del amor, de la vida, de la pasión y las ganas de salir adelante. Y cómo no porque no os podéis perder a dos actores soberbios secundados por un magnífico elenco.
Andromeda