Un día cualquiera te despiertas y piensas: ¡que bien he descansado!, ¡hoy me puedo comer el mundo!, y haces planes mentalmente en el desayuno, me voy a la piscina y llamo a tres amigas para tomar un café a la salida.

Al poco rato tu gozo en un pozo, hacer una cama te supone tal esfuerzo que cuando terminas tienes que buscar algún sitio para sentarte por el agotamiento que te ha causado; sigues siendo optimista y piensas descanso un rato y continuo con lo que tenía pensado hacer, por lo menos hoy he conseguido hacer la cama sin parar antes de terminar.

Este agotamiento tan extremo es conocido como Fatiga Crónica y es muy habitual en las personas que padecemos Esclerosis Múltiple, es muy complicado explicar cómo te sientes, así como que lo comprendan las personas que nos rodean ya que ellas solo ven que con muy poca actividad estas agotado y en ocasiones nos pueden tachar de vaguería o escusas para no realizar ciertas actividades.

Es igual cuando nos vamos a dar un paseo, tenemos que calcular muy bien las distancias, con unos amigos a tomar algo o cualquier otra actividad de nuestra vida cotidiana.

Nuestro día a día es como llevar un gran peso en nuestras piernas y brazos por lo que moverlos supone un esfuerzo tremendo.

Ya que debemos convivir con esta desagradable compañía, que además no es igual un día que el siguiente, se puede acentuar por cambios bruscos de temperatura, estrés o cualquier otro motivo, también sin causa aparente. Debemos de pensar y elegir bien nuestros momentos de actividad y combinarlos con los de reposo, dependiendo como nos encontremos cada día, ya que si llegamos al agotamiento la recuperación es muy lenta e incluso dolorosa.

Me gustaría que no se nos juzgara tan a la ligera cuando decimos que estamos cansados y que es imposible continuar con una actividad sin descansar antes un rato, seguro que la mayoría hemos oído “yo con tu edad…”. Que más quisiéramos nosotros que llevar una vida sin esta compañera tan desagradable a nuestro lado.