La de las mil caras

-¿Qué es EM? -me preguntas clavando en mi pupila tu pupila gris.
-¿Y tú me lo preguntas, pedazo de desgraciada? La EM eres tú.
La llaman la enfermedad de las mil caras. Cierto, variadita es, pero sobre todo es una maldita ocupa que se cuela en tu magnífica casa domótica, con lo que te había costado organizarla y decorarla, se abre paso hasta la azotea, y ¡fiesta! a jugar con el cableado del ordenador central con muy poco conocimiento y bastante mala leche; a cortocircuitar por donde le dé la gana. Y tú, propietario del chiringuito, sin saber ni dónde vas a tener el siguiente estropicio ni si va a tener solución, así nos luce el pelo.

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-¿Pero qué es lo que puede pasar? -te preguntarás.
-Querrás decir ¿qué es lo que no te puede pasar? Te puede pasar de todo o no pasarte casi nada, y es que la EM no es una ocupa única pret a porter de grandes almacenes, ¡qué va! es de alta costura, personalizada, cada uno tiene la suya. Las hay muy violentas, las hay más pacíficas, las hay terroristas que hacen un atentado y se retiran amagándose en su silencio para hacerte creer que todo ha vuelto al orden hasta que reaparecen otro brote de entusiasmo o machaconas que, sin ataques muy impactantes, pelan y pelan sin parar el cableado como ratas hambrientas.
Si has visto el clásico de Stanley Kubrick 2001: Una Odisea en el espacio, recordarás a HAL 9000 el superordenador que controlaba todo y si no la has visto, ya estás tardando porque es una película indispensable, madre de todas las posteriores de ciencia ficción y tú lo que tienes es bastante de ese género ¿o no? (Perdona, no lo he podido evitar. Intentaré controlarme un poco. Aunque no creo que lo consiga; es un efecto de mi ocupa que me ha dañado el autocontrol y suelto la cosas según se me ocurren). Volviendo a HAL 9000, cuando el astronauta lo desconecta extrayéndole una tras otra sus tarjetas de memoria, el ordenador va perdiendo todas sus funciones una a una, este sería el caso de una ocupa “espacialmente” agresiva y no es lo normal, por fortuna.
IMG_0382.JPGTu HAL 9000 organiza todo en tu cuerpo desde el sistema locomotor a cosas tan sutiles y difíciles de situar como la fatiga o el estado de ánimo, además de tu fuerza física, el equilibrio, los sentidos que te permiten conectarte con el mundo, la memoria, la destreza de tus manos y todo lo que se te ocurra e incluso cosas que jamás pensaste que pudieran verse tocadas.
Según el dermatólogo hasta afecta a la caída del cabello:
-Cuando el cuerpo necesita recursos porque está estresado, ya sea por causas externas o por enfermedad, los coge de donde lo considera menos necesario, como el pelo.
Me pregunto ¿qué consigue dejando que se caigan pelos hasta que se claree el cráneo? Ya podía haber elegido los que se depilan y ese favor que les hacía a quienes por coquetería o deporte se dedican a la eliminación pilosa, el cuerpo no es nada solidario con los intereses de su propietario.
La ocupación principal de tu ocupa es ocupar su tiempo en hacerte la puñeta de múltiples y variadas formas, eso ha quedado claro. En consecuencia la tuya es jugar al “Tú quitas yo pongo” juego apasionante y estimulante si lo juegas bien.
Tú quitas el equilibrio, yo reaprendo a situar mi eje y si te pones chula me busco una muleta, tuneada “extrafashion”.
Tú me pones un ojo mirando a Pernambuco (a lo Trueba pero sin su visión cinematográfica), yo me plantifico un parche a lo Princesa de Éboli y me quedo con todo el personal.
Tú desconectas mis piernas, yo te hago una cuchufleta mientras me desplazo en mi bólido ecológico, no contaminante y subvencionado.
Tú me robas el sentido de la orientación, yo deambulo como paloma mensajera sin servicio, redescubriendo lugares de mi entorno en los que nunca me había fijado.
Tú quitas la memoria, yo disfruto de todo lo que me gusta mil veces sin cansarme y me maravillo cada vez con ojos de niño que descubre el universo.
Tú me quitas la fuerza, yo me sumo al denostado placer del descanso y las vidas pausadas tan mal interpretados en la sociedad de las prisas.
Sé lo que persigue la alevosa ocupa con su terrorismo; quiere el miedo paralizante, la depresión enjauladora y la cobardía debilitadora. Pero ni por esas puede vencer, ¡qué poco entiende de seres humanos! No sabrá que somos una especie superviviente; guerras, catástrofes, persecuciones o epidemias siempre nos han sacado renovados. Si no tuviera tan mala leche me daría hasta pena su ingenuidad (pero no me la da porque le tengo una tirria de bigotes)
(Cuidadito que ahora entro en el terreno resbaladizo de la cursilería manifiesta, así que imagina música de violines y cuando veas que me paso de lo aceptable, la sustituyes por el “Dale alegría a tu cuerpo Macarena” de Los del Río, que es tan hortera que posee una probada eficacia como desatascador de nudos en la garganta).
Decía, lo que podemos arrancarle es Sabiduría para Vivir, así con mayúsculas, que se manifiesta en la adquisición de nuevas capacidades como la de distinguir lo importante de lo superfluo; la de entablar nuevas relaciones y librarnos de aquellas que no merecían la pena; la de existir en el aquí y el ahora viviendo cada día en su plenitud; la de disfrutar hasta el tuétano de cosas que dábamos por sentadas como una velada agradable y tranquila, el sol de invierno, una buena conversación, un paisaje de otoño, una caricia, una canción que nos toque la fibra sensible, la compañía de un animal querido, la luna llena, una tarde en el cine… La de aprender a reírte de todo, incluso de lo peor, porque llorar sólo sirve para que se caigan las pestañas; la de darte cuenta que la autocompasión es una trampa que solo sirve para acentuar la discapacidad y el sufrimiento; la de descubrir que el amor de los tuyos es mucho mejor que todas la riquezas materiales; la de entender que no estamos solos aunque a veces lo creamos y que aceptar ayuda de quienes desean ayudarte es otro modo de querer; la de entender que la vida tiene tanto que ofrecer que sería un sinsentido no buscar aficiones nunca exploradas, ahora que, por fin libre de la esclavitud del trabajo pagado, eres o serás el dueño de tu tiempo con la posibilidad de emplearlo como mejor te cuadre (sueño de todo trabajador). El mundo nunca deja de esperarte; es enorme y está lleno de motivos para salir a él.
Asi que, escucha bien, ocupa, aunque prosigas con tu ataque, al legítimo propietario le sobran recursos para reinventar existencias cada día, porque hay algo que no puedes dañar y son las ganas de reír, soñar, luchar y vivir.

AFM

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