Maribel Verdú vuelve a la escena teatral con Invencible, del escritor inglés Torben Betts en el Teatro Cofidis Alcázar hasta el 4 Enero. Una comedia donde una pareja de estatus social y cultural elevado se ve obligada, por la crisis económica, a trasladarse a un barrio más humilde del extrarradio de Madrid. Allí, deciden invitar a sus vecinos a una merienda para conocerlos, pero, aunque en un principio parece un declaración de buenas intenciones, acaba convirtiéndose en una pesadilla para ambas partes, pero sobre todo para el matrimonio de clase social más baja.
El pasado domingo acudí al teatro a ver la obra Invencible dirigida por Daniel Veronese y protagonizada por Maribel Verdú, Pilar Castro, Jorge Bosch y Jorge Calvo. La obra es una sátira social con tintes de drama psicológico sobre la diferencia de clases culturales, educacionales, y sociales.
El dramaturgo británico Torben Betts (Stanford, 1968) vendió en 2003 su apartamento londinense y se trasladó con su familia a una casa en una localidad en el límite entre Inglaterra y Escocia, aprovechando unos precios más asequibles que los de Londres. El urbanita de clase media se topó con otro estilo de vida; en su calle, ha relatado, vivía mucha gente trabajadora y esa confrontación entre estratos social y culturalmente distintos fue el caldo de cultivo de «Invencible», comedia tan ácida como divertida, con forma de sátira social y en la que las risas dejan un inquietante poso amargo.
Torben Betts presenta a Emilia y Julio un matrimonio intelectual e idealista que tras la crisis económica se ve obligada a trasladarse a un pueblo de la periferia de Madrid con su hija. Emilia (Maribel Verdú), es una mujer pintora contemporánea semiprofesional, burguesa, marxista algo obsesiva y ecologista estricta, muy sensibilizada con los movimientos sociales y vegetariana, marca el ritmo de su hogar, mientras suenan discos de ópera. Julio (Jorge Bosch) recién acogido a un ERE. Como quieren conocer “gente de verdad”, como ellos dicen, para adaptarse a su nueva situación, invitan a una pareja vecina a tomar algo. Laura (Pilar Castro) y Pablo (Jorge Calvo) son personas vulgares desde el punto de vista de los anfitriones. Ella, una ceñida y provocativa mujer de periferia, y él, un hincha de fútbol de tripón cervecero e imitador de Chiquito de la Calzada.
Allí, a pesar de sus iniciales y bienintencionados intentos de integrarse en la comunidad, descubrirán sus contradicciones al enfrentarse a la «gente real» y en concreto, a sus vecinos: Laura (Pilar Castro) y Pablo (Jorge Calvo).
La colisión entre ambas parejas es inmediata: la vestimenta, la forma de hablar, los intereses. En menos de un minuto, entendemos que son radicalmente opuestas. Frente a los refinados gustos del matrimonio urbanita, Laura y Pablo son, en sus propias palabras, «amantes de la lata de cerveza barata». Frente a las llamativas y eruditas expresiones de Emilia, hay palabrotas, groserías y apelativos cariñosos.
En definitiva, lo que parecía ser un amable encuentro entre vecinos, acaba siendo una guerra. Los matrimonios no encajan, no se entienden y parece que ni siquiera se respetan. Pero esta ácida y ágil sátira social va mucho más allá de las apariencias. Invencible no es solo una caricatura de las diferentes ‘culturas’ sociales si no una lucha entre la clase media y a obrera. Las cómicas desavenencias entre Emilia, Julio, Laura y Pablo servirán para explorar temas tan atemporales como el amor, la muerte o la verdad.
Lo que parecen distancias insalvables, al final no lo son tanto. Y es que hay asuntos que nos golpean a todos por igual: ambas parejas tendrán que lidiar con situaciones similares, como la pérdida de un ser querido o los problemas matrimoniales.
El autor saca gran partido cómico a un contraste en el que opone a la condescendencia pedante de quienes miran a los demás por encima del hombro la llaneza y hortera de sus vecinos, propietarios de un gato incordiante, el «Invencible» del título, que juega un papel clave en el desarrollo de una trama en la que todos acaban desvelando los verdaderos rasgos, dolorosos o cínicos, ocultos bajo sus perfiles convencionales, Verdú y Bosch (cultos, condescendientes, moralistas de salón) y la integrada por Castro y Calvo (sencillos, incluso simples, satisfecho, ingenuos creyentes en el orden establecido)
Veronese busca la naturalidad y la claridad en la comedia para exprimir, todas las contradicciones de los personajes, todas sus miserias y bajezas, toda, en definitiva, su espléndida y flamante mediocridad que exhiben y ostentan como auténticos e invencibles miserables.
La escenografía que representa la vivienda de la pareja compuesta por Emilia y Julio, es tan amplia y lujosamente minimalista ambientada en el salón de su casa.
Es una comedia social y como en todo o social hay una realidad que está ahí. Y como en la vida, hay momentos muy divertidos y otros momentos trágicos. Esto es como una montaña rusa incluso hay momentos cómicos en las situaciones más trágicas. Es una función que te invita a reflexionar y a debatir una vez que se acaba, con unas cervezas. Y ver con quien te identificas o si conoces a a alguien a tu alrededor que sea como uno de los personajes.
Os recomiendo que vayáis a verla tenéis tiempo hasta el 4 de Enero os garantizo unas buenas carcajadas, es una obra muy fresca muy divertida. Los actores están soberbios en sus personajes.
El teatro, a pesar de que en la entrada hay escalones, está adaptado ya que colocan una rampa para las sillas de ruedas. Eso sí hay que avisar con antelación de que hay personas con movilidad reducida para tenerlo previamente preparado. Os podéis sentar en las butacas situadas en la primera fila. Los baños también están adaptados y situados en la planta baja.
Andrómeda
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