La vuelta de Nora. Casa de muñecas 2 se estrena el 25 de Abril hasta el 23 Junio en el Teatro Bellas Artes de Madrid protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón, Roberto Enríquez, María Isabel Díaz Lago y la joven Elena Rivera. Dirigida por el dramaturgo Andrés Lima es un texto intenso, dramático pero de rabiosa actualidad en tiempos del #me too donde se abandera el feminismo actual.
El pasado 28 de Abril acudí al teatro para ver la obra la vuelta de Nora la segunda parte de casa de muñecas de Henrik Ibsen, un texto clásico del teatro europeo.
La obra comienza con una simple llamada a la puerta. Pero esa puerta simboliza mucho más, ya que es la misma puerta que Nora habría cerrado de un portazo hace nada más y nada menos que quince años atrás justo antes de que cerrara el telón.
Y es que, después de abandonar su casa, a su marido, a sus hijos y a su niñera, la protagonista se ha convertido en una exitosa escritora feminista se ha transformado en una mujer radicalmente distinta, y ha conquistado unas cotas de libertad y de independencia enormes. Ha encontrado su propia voz y es una mujer completamente realizada. La razón de su vuelta es formalizar los papeles del divorcio con su exmarido Torvald, una espina que tiene clavada y con la que quiere finalizar para siempre. Pero se encuentra con un obstáculo: Torvald, su marido, nunca tramitó el divorcio que habían pactado. Las cosas que ha hecho en estos quince años la pueden llevar a la cárcel porque las mujeres casadas no lo tienen permitido sin el consentimiento de sus maridos.
Durante el transcurso de Casa de Muñecas 2, Nora es cuestionada sobre sus actos por el tiempo que ha estado desaparecida, así como recriminada por las consecuencias de su huida expresadas desde cada uno de los puntos de vista de los personajes. Para Torvald, cuestionará los actos y el tiempo que ha estado desaparecida y es que llega incluso a darla por muerta
El regreso de Nora significa enfrentarse de nuevo a su pasado y reencontrarse con sus seres queridos; entre ellos su hija pequeña, Emmy que tenía tres años cuando ella se marchó y ahora tiene dieciocho. Precisamente ese abandono de los hijos es el aspecto que resulta más incomprensible en la actitud de Nora. Una de las cosas que más revolucionaria hace a «Casa de muñecas» es precisamente que Nora rompe con lo que se espera de una buena mujer y una buena madre, y eso la convierte en un mal ejemplo para la sociedad. Y lo hace en un momento en el que se inicia un movimiento feminista que es el que nos ha traído hasta el día de hoy. En la obra de Ibsen, Torvald la había anulado y le había apartado de la crianza de sus hijos. Y cuando Nora se da cuenta de que ha sido tratada como un pajarito, como una muñequita; cuando se le cae el velo de los ojos, ella apunta al suicidio. Dar el portazo, marcharse y empezar una nueva vida es la única alternativa, no cabe la posibilidad de seguir jugando ese rol y ocupando ese espacio que se le ha destinado. Incluso de cara a sus propios hijos, Su batalla empieza a ser otra, y la libra sacrificando a sus propios hijos y del dolor que se causa a ella misma y a ellos. Pero lo que quiere es cambiar el modelo de sociedad para dejarles uno más justo.
El montaje, se desarrolla en un cubo escénico de proporciones distorsionadas, asfixiante y deshumanizado que recuerda a la opresiva historia de Ibsen y sugiere tanto la época, en torno a 1894, como la moderna.
Su estreno en Broadway fue la sensación de la temporada recibiendo excelentes críticas. El diario The New York Times la calificó en su día como «la mejor obra de la temporada» en EE.UU. Mientras que el The Washinton Post publicaba: «Lo único que quiero hacer el resto de mi vida es hablar de ‘La vuelta de Nora. Casa de Muñecas 2′». Críticas que quizá le valieron para hacerse de entre ocho nominaciones con el título de Mejor Obra, Mejor Dirección y Mejor Interpretación en los premios Tommy, galardones que condecoran lo mejor del teatro.
Andrómeda