Esclerosis Múltiple y ejercicio físico

La esclerosis múltiple de momento es una enfermedad incurable del sistema nervioso central de causa desconocida, aunque se sabe que los factores genéticos y ambientales juegan un papel destacado en el desarrollo de la misma. Afecta aproximadamente al triple de mujeres que de hombres y el 80% de los afectados conviven con la enfermedad más de 35 años.

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El ejercicio físico ha sido considerado durante muchos años un tabú para las personas diagnosticadas con esclerosis múltiple, ante el temor de que se pudiera exacerbar la enfermedad y con el fin de guardar las energías para realizar las actividades diarias. Los que llevamos años diagnosticados hemos podido escuchar estas afirmaciones con asiduidad. Sin embargo la ciencia ha demostrado que el entrenamiento físico puede aliviar muchos de los síntomas, incluyendo la fatiga excesiva, la falta de equilibrio y las dificultades de movilidad. Una nueva investigación revela que el entrenamiento de resistencia nos genera todos estos beneficios además de proteger el sistema nervioso y ralentizar la progresión de la enfermedad.

En mi caso particularmente a finales del año 89, el neurólogo me recomendó hacer yoga y natación. Nunca podré saber si por realizar estas actividades deportivas, que consistían en dos sesiones semanales de  cada una de ellas mi enfermedad estuvo casi inactiva durante 16 años o por el contrario hubiera estado igual, con las actividades de mi vida diaria, iguales a  las de cualquier otra persona, trabajo, casa, compra etc. En este tiempo no me libré de los brotes sensitivos, pero en ningún momento hubo discapacidad en ese periodo de tiempo.

El investigador Ulrik Dalgas, profesor asociado del departamento de Salud Pública de la Universidad de Aarhus, ha dedicado doce años de trabajo al estudio de los beneficios que proporciona el ejercicio físico en la esclerosis múltiple.

Parte de su investigación se ha centrado en la seguridad del entrenamiento en pacientes con EM, pero también ha investigado cómo el ejercicio mejora la enfermedad y sus síntomas.

“Entre las personas con esclerosis múltiple, el cerebro se deteriora más rápido de lo normal. Los medicamentos pueden contrarrestar esto, pero se ha observado que el entrenamiento minimiza el encogimiento del cerebro incluso en pacientes que están medicados. Incluso se observó que existían pequeñas partes del cerebro que crecían como respuesta al entrenamiento”. El investigador explica en las conclusiones de este estudio que el ejercicio físico puede proteger el sistema nervioso contra la enfermedad.

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En el estudio se siguió la evolución de 35 personas con EM durante seis meses. La mitad del grupo participó en entrenamientos de resistencia dos veces por semana, consistentes en ejercicios supervisados del tren superior y del tren inferior, mientras que la otra mitad estuvo sin entrenamiento sistemático.

Antes y después del período de seis meses, se sometió a los participantes a resonancias magnéticas, y los investigadores comprobaron que había menor tendencia del cerebro a encogerse en los pacientes que habían realizado entrenamiento de resistencia. Por lo que las conclusiones fueron que aparte de aliviar los síntomas de la EM, también protege el sistema nervioso y frena el avance de la enfermedad.

Los investigadores especularon sobre cuáles podrían ser las razones exactas para que el ejercicio físico ayude al cerebro. Una posibilidad puede ser el incremento del flujo sanguíneo al cerebro, debido a un incremento de la actividad cerebral. El mismo equipo de investigadores ha puesto en marcha un estudio de mayor envergadura para clarificar y abordar la respuesta de la actividad cognitiva en los pacientes que entrenan.

Los investigadores enfatizan que el objetivo no es reemplazar la medicación por el ejercicio físico, esto no sería realista, ya que la medicación es muy importante, pero sí subrayan que el entrenamiento físico supervisado es muy importante en el tratamiento de personas que padecen esclerosis múltiple de lo que se ha pensado en el pasado.

Además de los beneficios físicos para el paciente, el deporte suma todos los beneficios psicológicos que reporta a cualquier persona que no sufre la enfermedad: sensación general de bienestar, un mayor grado de autoconfianza y autoestima, una mejoría del estado de ánimo y de la autopercepción de nuestro propio cuerpo.

El distinto grado de discapacidad, así como los distintos niveles y áreas de afectación de cada persona que padece esta enfermedad, hace imposible establecer ningún programa concreto de ejercicios físicos que se pueda extrapolar a todos los afectados.

Por eso es imprescindible que los ejercicios sean individualizados y personalizados de acuerdo a las características, condiciones físicas y circunstancias de cada individuo, teniendo también en cuenta la sintomatología y cualquier otra particularidad de la enfermedad, al igual que del tratamiento farmacológico.

Ángeles Glez.

 

Fuente: Salud mas deporte

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