El exoesqueleto como futuro en la rehabilitación

La asociación de EM de Bizkaia, Adembi, ha presentado un nuevo estudio que evaluará la efectividad del uso de un exoesqueleto que serviría para mejorar la movilidad y resistencia muscular de los afectados por la enfermedad.

Tres de las instituciones con mayor peso en investigación en Euskadi, la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), el instituto de investigación sanitaria Biocruces y el centro Achúcarro de Neurociencias, se han unido a la asociación de EM de Bizkaia (Adembi) para 1impulsar con el apoyo financiero de la BBK la utilidad de un equipo, bautizado como ‘Ekso’ en pacientes vascos con esta dolencia. La investigación se realizará durante un año sobre una muestra de entre 50 y 75 personas que se dividirán en dos grupos, uno mantendrán su tratamiento actual y el otro añadirá dos sesiones semanales de trabajo con el exoesqueleto.
Los expertos, según ha detallado, son optimistas y prevén que, si se cumplen los pronósticos, ‘Ekso’ mejorará «significativamente» los resultados el programa de rehabilitación de los afectados, al contribuir a dotarles de un mayor control sobre la velocidad de la marcha, la variabilidad de sus pasos, la cadencia y el equilibrio con el fin de reducir el número de caídas y la fatiga de los pacientes, dos de los principales síntomas de las personas con EM, lo que les permitiría mejorar su estado de salud y, sobre todo, la calidad de vida. El exoesqueleto seleccionado para el estudio ha sido «Ekso», un modelo que corrige el andar de los pacientes, pero que a la vez les obliga a ellos mismos a «dar el impulso» y «a finalizar el paso», lo que promueve una mayor autonomía.
El exoesqueleto, esa especie de humanoide esquemático constituye la gran novedad en esta tarea: lo ha desarrollado la empresa californiana Ekso Bionics y ha dado buenos resultados en personas que han sufrido ictus o en niños con lesión medular. Su aplicación a la EM es una apuesta de Adembi. «Estamos siendo pioneros a nivel mundial, La robótica y la biónica van a cambiar la rehabilitación y queremos ser los primeros en demostrarlo con la EM», con la que, según los especialistas, no solo se puede ayudar a anticipar la recuperación del equilibrio, ponerse en pie y reeducar la marcha, sino lograr otras mejoras en la función cardiovascular, respiratoria y digestiva, además de una reducción de la espasticidad y el dolor. A ello hay que añadir los beneficios psicológicos, porque el simple hecho de verse de pie y caminando ya ayuda a la recuperación.
El objetivo del proyecto es evaluar la efectividad del equipo en combinación con terapias de uso convencional, como la fisioterapia, con el fin de determinar si aporta beneficios adicionales, según explicó la investigadora principal, Ana Rodríguez. Si se confirma esta hipótesis, Adembi estima que el 75% de sus usuarios podrá beneficiarse de esta herramienta en sus servicios de rehabilitación, que en la actualidad dan servicio a unas 200 personas. En un futuro, aún por determinar, tampoco se descarta que el exoesqueleto llegue a formar parte de la vida cotidiana de los pacientes. Gorka Martínez, director de la obra social de la BBK, que financiará los trabajos de investigación, ha expresado la satisfacción de la entidad por participar en un proyecto tan esperanzador y de presumiblemente tanto impacto en la calidad de vida de los afectados.
Tras comprobar, a finales del año pasado, que el proyecto resultaba viable, Adembi logró hacerse con un exoesqueleto en mayo. La compra supuso un desembolso de más de cien mil euros, asumible gracias a una donación, y los responsables de la asociación estiman que podrán beneficiarse de él 176 personas, es decir, el 80% de los usuarios actuales de rehabilitación de su centro. Antes de cada sesión, las fisioterapeutas han de introducir en el aparato los parámetros de cada paciente, ya que el exoesqueleto es totalmente adaptable: puede brindar, por ejemplo, una ayuda del 30% en una pierna y del 90% en la otra.
Paso a paso, reeduca la marcha, a la vez que va almacenando todos los detalles registrados por sus sensores para que los especialistas puedan analizarlos. Esa abundancia de datos absolutamente precisos era antes inimaginable: «Las escalas que tenemos en rehabilitación son muy subjetivas. Lo que para mí es un dos, para otro fisioterapeuta puede ser un tres. La tecnología, en cambio, aporta datos reales y objetivos», apunta Erika Otxoa. No obstante, los responsables de la asociación siempre hacen hincapié en que los aparatos de ultimísima generación no sirven como sustituto de la fisioterapia tradicional, sino solo como complemento cada vez más importante. Si los pacientes no acuden durante años a sus sesiones de fisioterapia sino se pusieran de pie tendrían retracciones articulares y la romperíamos», resume la fisioterapeuta.
El exoesqueleto, como toda la tecnología que parece llegada del futuro, también abre la ventana a los sueños. En la actualidad, un equipo como éste solo sirve para utilizarlo en sesiones de rehabilitación, pero su impacto emocional en los enfermos es tan fuerte que resulta inevitable cuestionarse la viabilidad de llevarlo siempre, en la vida real y no sólo en la terapia. Los especialistas de la asociación consideran que la propia sensación de bienestar que produce esta tecnología, ese subidón de abolir durante un rato algunas secuelas de la enfermedad, puede tener consecuencias positivas en la rehabilitación.
El centro de Adembi cuenta con un laboratorio dedicado a testar las novedades tecnológicas desde la perspectiva de la enfermedad y fue pionero en implantar una sección de rehabilitación virtual, en la que, por ejemplo, los usuarios (siempre monitorizados por un profesional) pueden realizar ejercicios de movimiento, postura y equilibrio que consisten en superar niveles de un videojuego. También hay una sala de realidad virtual que, a través de las correspondientes gafas, se transforma en entornos como una cocina o un supermercado, para los casos en los que es necesaria la rehabilitación cognitiva: unos mandos inalámbricos permiten interactuar con los objetos para llevar a cabo diversas tareas de la vida cotidiana.
Y la motricidad fina de la mano se practica con una aplicación llamada One Hand, en la que los movimientos leves de los dedos sirven para tocar cuerdas (también virtuales) de guitarra o pinchar globos con una aguja voladora. Al igual que ocurre con el exoesqueleto, todas estas tecnologías permiten graduar y evaluar los ejercicios al milímetro, con una exactitud que antes no estaba al alcance de los fisioterapeutas.
Los dispositivos tecnológicos conviven con servicios como la hidroterapia, la terapia con caballos o el yoga.

Andrómeda

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