El ocio para personas con minusvalía es muy caro

 

Las personas con diversidad funcional severa (minusvalía) que necesitan de un asistente personal, ven cercenado su derecho al ocio al no disponer de entradas gratuitas o descuentos para sus acompañantes en ciertos espectáculos deportivos o culturales.

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A nadie se le escapa que los caballeros andantes tenían esa figura profesional. “Escuderos, les llamaban entonces”. Así se refería Vicente Valero Sanchís, que fue miembro del Foro de Vida independiente y un gran activo velador del cumplimiento de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, a los asistentes personales. Estos acompañantes que acertadamente comparaba con el Sancho Panza de “El Quijote”, por su vocación protectora, tratan de favorecer al máximo la autonomía personal de las personas con diversidad funcional severa. Gracias a estas personas les proporciona la posibilidad de ejercer una vida independiente, a través de todas las acciones que la persona por sus características físicas, no puede realizar por ella misma. Son un alargamiento de su propio cuerpo.

Las personas que necesitan este “escudero” en su día a día, para ser algo más que su bastón de apoyo para vestirse, asearse, comer y el resto de las rutinas diarias, han podido continuar con sus vidas gracias a este acompañante. En algunos casos se trata de una figura profesional, aunque en la mayoría de los casos esta tarea recae sobre familiares. En cualquier caso, el colectivo de personas con discapacidades severas reivindican que su asistente personal sea contemplado como lo que es, también cuando van a disfrutar de espectáculos deportivos o culturales.

“Sería como si a un invidente le hicieran pagar entrada por pasar con su perro guía. No tiene sentido que abone la entrada porque no acude a ver el espectáculo, de hecho puede que lo aborrezca. Esta allí junto a ti, para desempeñar una única labor: ayudarte”, indica Igor Navarro, un joven universitario con diversidad funcional.

 

 

Con movilidad muy reducida y colaborador de eldiarionorte.es, lamenta las escasas facilidades que ofrecen desde algunos clubes deportivos para el colectivo de las personas que sufren minusvalías severas; está decepcionado con el Baskonia, no por su juego, sino porque le impide disfrutar de una de sus mayores pasiones, ver baloncesto en vivo y en directo. Le exigen sacar el abono de la temporada que pague el suyo y el de su acompañante al completo. La jugada le sale al doble que al resto de los aficionados, unos 1.000 euros. Este club no contempla ningún tipo de descuento para esta figura. “Yo no puedo ir solo. Si se me cae algo, no puedo recogerlo, si necesito algo de la mochila que llevo en la parte posterior de la silla, no llego a cogerlo; si como algo, tengo riesgo de atragantarme y necesito ayuda inmediata. Realmente no puedo ni limpiarme la nariz cuando moquea”, reconoce Múgica. Así que no le queda otra que renunciar a una de las pocas aficiones que puede desarrollar. “Tienen que entender que esa persona no va allí a ver el partido, va a ayudarme a mí. Puede que ni siquiera le guste el baloncesto. Se debe desterrar esa idea de que van de gorra, que pasan gratis”.

El tratamiento es similar en la Real Sociedad, mientras que el Athletic y el Alavés sí permiten entrar gratis a los asistentes personales. Los clubes privados no tienen obligación legal de hacer distinciones, aunque ciertas voces entienden que dadas las subvenciones públicas que reciben deberían mostrar alguna consideración hacia este colectivo, más cuando alguno espectáculos como el Circo del Sol sí tienen esa deferencia. “He ido en varias ocasiones a los diferentes espectáculos de la gira y nunca me han cobrado la entrada de mi acompañante”, revela Múgica.

El vacío legal no se ve reflejado por lo recogido en la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con diversidad funcional (discapacidad). En su artículo 30 habla del reconocimiento del derecho al ocio de este colectivo. Se incide en que los Estados que lo componen adoptarán las medidas pertinentes para alentar y promover la participación, en la mayor medida posible, de las personas con discapacidad en las actividades recreativas, de esparcimiento, deportivas y culturales generales a todos los niveles, incluido el de espectador. Pero esas recomendaciones no se cumplen en el caso de diversidades severas. “Tenemos vulnerado este derecho porque sí podemos entrar con nuestro asistente personal pero pagando el doble que cualquier otro espectador”, sentencia Múgica. De la misma opinión y con el mismo problema se encuentran muchas personas que sufren una discapacidad severa y precisan de una persona como asistente.

“Con la prestación económica que tenemos por parte de la Administración es imposible afrontar ese desembolso, por lo que no nos queda otra que renunciar a ciertas actividades de ocio. Ese gasto no debería recaer en nosotros. ¿A los intérpretes de la lengua de signos que contratan para ciertos eventos les hacen pagar entrada? No, porque van a trabajar. Con los asistentes personales debería ser igual. No te acompañan por gusto. Suelen ir para ayudarte”.

Si a todo esto unimos que en muchos de los locales de ocio, la accesibilidad para sillas de ruedas o para personas con movilidad reducida es nula, muchas veces nos vemos obligados a tener que desistir de nuestros derechos.

Ángeles Glez.

 

 

Fuente: el diarionorte.es

 

 

 

5 comentarios de “El ocio para personas con minusvalía es muy caro

  1. Gracias Angeles por tu post…es muy interesante y totalmente injusto que tengamos que pagar el doble para llevar un acompañante. La pregunta sería que podemos hacer ??y movilizarlos para revindicar nuestros derechos como discapacitados ..tal y como están haciendo para la igualdad de la mujer..
    Un saludo Viajera Ilimitada

  2. Yo necesito asistir con acompañante a cualquier evento sea pagando o sea invitada. Lo normal es que si vas a un concierto te acompañe alguien que disfrute de lo mismo y pague su entrada…

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