La resonancia magnética (RM) es una prueba médica que consiste en la captura de imágenes permitiendo obtener información detallada sobre la estructura del cerebro, la médula espinal y otras partes del cuerpo. A diferencia de los rayos X o de la tomografía computarizada, no emite ninguna radiación sino campos magnéticos y ondas de radio. A día de hoy se considera como la técnica más sensible y más minuciosa para diagnosticar la esclerosis múltiple (EM) y para monitorizar su evolución.
El escáner es un aparato capaz de captar una imagen sensible y no invasiva del sistema nervioso El magnetismo actúa sobre los átomos de hidrógeno del agua que está contenida en los tejidos y los alinea; después, las ondas de radio los ponen en movimiento. Al detener la estimulación y volver los átomos a su posición original, se produce una liberación de energía.
Un ordenador recoge y traduce esa energía en imágenes que revelarán las cicatrices características de la EM. Esto es así a causa del ataque del sistema inmunitario a la mielina, (proteína que recubre las fibras nerviosas) cuya capa que protege los nervios es grasa y repele el agua, de tal manera que se percibe en la imagen como una zona oscura; sin embargo, cuando hay un área dañada, sin mielina, el agua se acumulará en esa zona y el escáner la mostrará como un punto blanco brillante.
La resonancia es una prueba indolora que no requiere ningún tipo de preparación. El paciente debe permanecer tumbado, inmóvil durante un tiempo en un pequeño túnel, dentro del escáner. También escuchará ruidos y zumbidos y esto puede resultar incómodo y algo agobiante para algunas personas, por lo que debe afrontarse con paciencia.
la RM cerebral es la técnica que permite que el diagnóstico de EM sea mucho más precoz; en algunos casos se puede realizar poco después del primer síntoma (años atrás se tardaba una media de ocho años en diagnosticar la EM). La primera imagen de resonancia magnética se realiza sin contraste. El primer paso de la resonancia magnética mostrará lesiones antiguas que son lo suficientemente grandes como para ser visto por esa máquina de resonancia magnética. Las lesiones cicatrizadas serán evidentes a la luz y son las lesiones de la EM clásicas, llamadas en “placas”.
Una lesión recién activada en la EM, puede no ser visible en una resonancia magnética normal sin contraste debido a la zona de los nervios, aunque esté inflamada, sigue estando más o menos intacta. En la RM del cerebro normal se vería normal y sin contraste (gadolinio un compuesto magnético) no va a aparecer y es probable que se pase por alto. El contraste se inyecta en el torrente sanguíneo. Los vasos sanguíneos estarán más dilatados de lo habitual, con lo que va más sangre a la zona, (por ejemplo, en la inflamación), las áreas serán “más destacadas”. Estas, se muestran más brillantes en el cerebro que una vieja lesión con cicatrices. Así, las nuevas lesiones aparecen como “más claras” o “activas”. Puesto que algunas nuevas lesiones se curan, la resonancia magnética se puede comparar con las resonancias antiguas y ver, si han desaparecido o aumentado las lesiones.
El neurólogo puede recomendar seguir uno u otro tratamiento, o indicar qué fármaco es el más adecuado en cada caso según la aparición de nuevas lesiones en la RM cerebral y/o la presencia de lesiones ‘activas’ o que captan contraste.
Los profesionales de la salud discrepan sobre cada cuanto hay que hacerse una resonancia magnética. Al principio es posible que lo pidan con más frecuencia y posteriormente, según la evolución, que se espacien un poco más. Es importante que, a ser posible, las RM se realicen siempre en el mismo centro donde se hizo previamente, para comparar las imágenes y saber si existen lesiones nuevas o no. A pesar de que algunos pacientes pueden percibir la resonancia magnética como una prueba incómoda, es importante hacérselas para llegar a un buen diagnóstico y poder disponer posteriormente del mejor tratamiento posible.
Así pues, la resonancia es una herramienta muy potente para el diagnóstico de la enfermedad. El número de lesiones en la RM cerebral inicial puede ayudar al neurólogo a determinar el riesgo de desarrollar nuevos síntomas.
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