Uno de los problemas a los que nos enfrentamos los pacientes de esclerosis múltiple es a las infecciones de orina (problemas urinarios) porque estas afecciones afectan al estado de la vejiga. Con el tiempo, en torno al 80% de los pacientes con EM experimentarán problemas de vejiga. En este sentido, se recomienda acudir a un especialista para que os recete el mejor tratamiento a seguir.
Desde estas líneas pretendo mostrar los “riesgos” que pueden entrañar una infección urinaria, por supuesto en ningún caso quiero llegar a ser alarmista, pero sí es importante tratarlas convenientemente para evitar que provoquen una crisis de EM o puedan alcanzar los riñones y causar una infección renal.
En este post os voy a contar mi experiencia que he sufrido estos últimos días y que me ha obligado a estar hospitalizada debido a una fuerte infección urinaria complicada por una bajada de mis defensas. Al estar tratada con inmunosupresores, mi sistema inmunológico estaba muy debilitado y por tanto, mi cuerpo estaba más susceptible a infecciones y/o virus. Por eso, estamos más predispuestos a padecer esta infección.
Personalmente, acudo cada seis meses a la consulta de Urología, por presentar problemas para vaciar totalmente la vejiga llamada comúnmente vejiga neurógena, y aquí es dónde surge el problema de las Infecciones (probablemente por experimentar una menor sensibilidad en ella). Los músculos del suelo pélvico y del esfínter se contraen espontáneamente durante el vaciado, haciendo que la uretra se cierre con el resultado de que la vejiga no se vacía correctamente. La orina residual (la que no ha podido salir) contiene gérmenes, habitualmente bacterias, produciendo la sensación de tener que volver a orinar, con más frecuencia.
Por ello, mi Uróloga me recomendó tratar mis problemas de vaciado de la vejiga a través del auto sondaje y así evitar en un futuro problemas renales. Sí es cierto que las mujeres tendemos a contraerla con más frecuencia, ya que nuestra uretra es más corta y el camino que tienen que recorrer las bacterias hasta llegar a la vejiga es menor pero los hombres pueden presentarla con la misma intensidad que las mujeres.
Es muy importante reconocer los síntomas de una posible infección urinaria para tratarlas a su debido tiempo, y por eso es necesario acudir a Urgencias y ponerse ante un profesional sanitario ante cualquier duda o sospecha de infección. Los síntomas más comunes son ardor al orinar, fiebre, dolor abdominal y de espalda, necesidad más frecuente de orinar, olor fuerte y color oscuro de orina. No obstante, hay que destacar que las infecciones urinarias no siempre presentan estos síntomas. Podemos tener infección sin manifestar ningún síntoma de los mencionados. En este caso, el cansancio, el decaimiento y/o la apatía será la clave para identificar dicha infección
En mi caso, el síntoma que presenté fue fiebre superior a 38 grados que no remitía con Paracetamol. Después de un día de subidas y bajadas de fiebre opté por acudir a Urgencias para conocer el origen que había desencadenado la fiebre. En un principio, descarté cualquier origen vírico, puesto que no estaba resfriada pero a medida que empezaron a realizarme todo tipo de analíticas y cultivos vieron claramente que lo que presentaba era una grave infección urinaria con neutropenia severa es decir, mis neutrófilos que son las defensas estaban prácticamente a cero. Afortunadamente, no habían afectado a los riñones ni tampoco había pasado a sangre porque el peligro hubiera sido mayor. Ahí caí en la cuenta que probablemente el origen de la infección fuera debido a un auto sondaje mal realizado. Es muy pero que muy IMPORTANTE que una enfermera os enseñen cómo autosondarse, en mi caso no tuve esa suerte y estoy casi segura que fue por este mal abordaje.
Ante esta situación deciden ingresarme en el hospital para mantenerme en observación durante más de una semana. Se inicia un tratamiento con antibiótico y paracetamol intravenoso alterno para ir bajando la temperatura, pero debido a mis antecedentes como anti coagulada e inmunodeprimida tuvieron que suspender mi tratamiento de EM y de sintrom y en su lugar a heparina. Cada día debían realizarme cultivos de sangre ya que mis analíticas estaban completamente alteradas, y me ví sometida a interminables pinchazos en brazos y muñecas para colocarme las vías. Para no variar, aparecieron una serie de aftas bucales producidas por la fiebre, que me impedían poder comer con cierta normalidad.
De un día para otro, me ví rodeada no sólo del seguimiento por parte de Urólogos, sino también de Neurólogos, hematólogos y Medicina Interna. Los hematólogos preocupados por mis bajas defensas decidieron acertadamente administrarme inyecciones para subir esos neutrófilos que tanto preocupaban, puesto que al principio, apenas subían y llegaron a pensar en recurrir a una punción medular para descartar cualquier otra posible infección. Por suerte, no llegaron a realizármela pero sí que tuve que someterme a un TAC, una prueba que a priori no supone ningún problema, excepto que debes pasarte prácticamente todo un día sin comer ni beber y pasar por el contraste ionizado una sustancia que hace que tu garganta y la parte inferior de tu cuerpo te empiece a arder. En mi opinión no es una prueba muy agradable, el contraste me sentó fatal además de estar completamente mareada por falta de alimento.
Tras la subida de mis defensas y el cese de fiebre fui dada de alta para continuar el tratamiento con antibiótico oral en domicilio.
Con este post he querido alertaros sobre los problemas de las infecciones urinarias, que por miedo o vergüenza nos impide ponernos en manos de un especialista, pero si no acudimos podemos acarrear problemas renales muy serios o en su lugar una asepsis que se puede complicar como en mi caso.
Andrómeda
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