Cuando se acerca el verano a algunas personas que necesitamos una silla de ruedas para realizar nuestras actividades nos empieza a inquietar la idea de a qué lugar ir que nos permita una total accesibilidad, es tan importante el acceso que siempre prima sobre el lugar al que vas a ir.
El primer paso son las experiencias compartidas por otras personas con necesidades similares, luego los buscadores de apartamentos y hoteles con la opción de “adaptados a personas con movilidad reducida” activada, vemos como la búsqueda se reduce drásticamente. Aún así, la información que nos proporciona de la accesibilidad del lugar es muy limitada, ya que no sabemos si se refiere a que no hay barreras, si están adaptadas las habitaciones, los baños,….. la información suele ser tan poco precisa que antes de pinchar sobre una reserva nos obliga a llamar al lugar, para asegurarnos de que no nos quedamos con la silla de ruedas en las puertas del alojamiento, sin un techo para descansar.
Podríamos decir que esto nos aclara las ideas y nos tranquiliza, pero suele ser todo lo contrario, la accesibilidad que para nosotros es algo bastante definido es un conglomerado de opciones en manos ajenas. Tener una habitación o dos adaptadas realmente en un hotel de 100 merece el adjetivo, una rampa de 10 grados de inclinación apto para deportistas paralímpicos también, un bufet de comidas donde hay que poner el accesorio de excavadora a la silla para conseguir llegar a destino , o un camino de cabras desde el coche hasta la entrada al alojamiento y esto si nos referimos al alojamiento porque si no queremos pasar nuestras vacaciones mirando la playa desde la habitación adaptada hay que explorar el entorno para comprobar sus accesos, consultar las playas adaptadas y el google maps que nos permite rastrear un lugar para ver con anterioridad las barreras, pero esos datos “in situ” suelen tener diferencias ya que el adjetivo accesible se comporta de nuevo caprichosamente, una playa accesible puede ser que tiene dos plazas de aparcamiento para personas con movilidad reducida, generalmente ocupadas. Un restaurante accesible con rampa puede tener 2 mesas al final de la misma y una acera adaptada puede tener un bordillo como la cordillera cantábrica.
En fin que programar unas vacaciones adaptadas es en la mayoría de los casos un deporte de riesgo y que a ser posible es mejor tener compañía y si ha trabajado duro en el gimnasio con anterioridad se lo podremos agradecer.
El gato con silla